Para hablar de una filosofía mexicana, es preciso encontrar las necesidades y problemáticas de nuestro territorio para que, a partir de una clara consciencia del horizonte en el que vivimos, puedan surgir filosofías que ayuden a entender y manejar las dificultades auténticas en las que nos encontramos, sin forzosamente tener que acudir a filosofías, y problemáticas, extranjeras que fueron creadas precisamente para resolver su propio entorno (aunque eso no quiere decir que nos cerremos a ellas). Teniendo esto en cuenta, diversos pensadores mexicanos han intentado encontrar las dificultades que se generan en su propio entorno y, a partir de ello, hallar soluciones que se apliquen a su propio horizonte. Entre los filósofos mexicanos, que concientizan las problemáticas territoriales de nuestro presente, se encuentra Mauricio Beuchot. Su Filosofía, hermenéutico-analógico, intenta resolver una dificultad, que si bien siempre se ha hecho presente en nuestro territorio, es de carácter universal. El presente ensayo es un intento por exponer, de manera general la filosofía de Mauricio Beuchot centrada, principalmente, en torno a la problemática del multiculturalismo.
El multiculturalismo es una de las mayores problemáticas que se vislumbran en nuestro territorio. Las diferentes etnias, con sus distintos lenguajes y cosmovisiones, hacen de México un país que se distingue por sus diferencias. Desafortunadamente, este hecho va más allá de una riqueza cultural, pues a raíz de esto se han generado múltiples situaciones de violencia por falta de tolerancia ideológica. Este tema, claro está, no es patrimonio nacional, sino que mundialmente, y a lo largo de la historia, se ha detectado como un serio problema que engendra guerras y malestares por el hecho de creer que existe algo tal como una cultura “madre” la cual hay que reconocer, se pertenezca o no. Sin embargo, aunque ya más de un pensador extranjero se haya interesado en este tema, está vez se tratará de dar respuesta, y propuesta a esta problemática, a través de la cosmovisión de un pensador mexicano que observa la dificultad desde su propio horizonte cultural.
En los ensayos titulados “Fundamentación analógica de la interpretación filosófica de la cultura” y “Filosofía y Barroco”, Mauricio Beuchot nos introduce a su propuesta de una filosofía hermenéutica analógica icónica por medio del problema que en nuestro presente resulta ser el multiculturalismo. El problema de la “diferencia”, que se desprende de la existencia de diversas culturas, lejos de considerarse un signo de riqueza, es símbolo de discordia e intolerancia hacia lo otro. Lo diferente, en este sentido, ha llevado por mucho tiempo una carga peyorativa.
Ahora bien, para Beuchot, lo diferente es una señal de la necesidad, y la facultad del hombre, por interpretar lo otro. Ya no hablamos entonces de una visión unívoca o equívoca del mundo, sino más bien de una constante búsqueda de nuevos sentidos con los que se logre reconstruir e inventar el mundo. La analogía es precisamente el punto en que lo unívoco y lo equívoco pierden su protagonismo y, a partir de ello, lograr interpretaciones que le den mayor auge a lo múltiple. Está analogía, sin embargo, aunque parezca ser el punto medio entre las dos posturas, se inclina más a lo equívoco, es decir, aunque acepta de suyo lo universal, como aquellos axiomas o posturas en las cuales es posible que se logre la comunicación, es latente que la diferencia predomina con mayor fuerza, dicho en palabras de Beuchot: “la mayoría de las cosas son relativas y sólo muy pocas son absolutas”.[1]
La crisis se encuentra en la manera en cómo interpretamos las culturas. La hermenéutica para Beuchot, debe incluir siempre un pensamiento análogo. Sólo así será posible el reconocimiento, la tolerancia y comunicación hacia lo diferente. Pero ¿Qué es aquello que interpretamos? Se interpreta lo otro, aquellos símbolos que podemos reconocer como importantes y que indirectamente nos están tratando de decir algo. El hombre es fiel cognoscente de que las cosas llevan consigo cierto sentido, aunque éste no podamos captarlo en su totalidad, es así como se inserta en una búsqueda, correctamente vista como una desesperanza esperanzadora, es decir, aunque limitada no arrojada a la nada. A partir de dicha búsqueda es como la diferencia se revela y esconde a la vez su verdad. Para Beuchot, la facultad que tiene el hombre en su intento de conocer aquello que se revela a medias es la hermenéutica analógica icónica. Lo mixto entonces, no será una debilidad dentro de nuestro entorno, sino más bien una especie de fortaleza que nos ayuda a entender y ampliar la visión de que aquello que hasta nuestros propios símbolos pueden ocultarnos.
[1] .- Fundamentación analógica de la interpretación filosófica de la cultura. Mauricio Beuchot, Pág. 146
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2 comentarios:
Me parece muy oportuno que decidas escribir sobre un tema tan necesario para el mundo y, en particular, para los mexicanos como lo es el problema del multiculturalismo.
Creo que dicho problema está muy latente aun, ya que contrario a los falaces discursos oficiales, la intolerancia para con los grupos étnicos (y no sólo para éstos) sigue siendo brutal. Ello quizá se deba a que, como bien apunta: “el problema de la diferencia, que se desprende de la existencia de diversas culturas, lejos de considerarse un signo de riqueza, es símbolo de discordia e intolerancia hacia lo otro”. Considero que gran parte de la causa del conflicto es la imposición de percepciones, pues se suele mirar y juzgar al otro desde ópticas de intolerancia que no permiten el dialogo como medio de acercamiento y reconocimiento de lo que me es diferente o desconocido. Se practica muy pocas veces la alteridad como yo-otro; es decir, el intentar colocarse en la situación del otro para aspirar a comprenderle. Si hubiese un diálogo en donde estuviésemos frente al otro (mi semejante) con una disposición de interés por conocerlo y comprenderlo en su tradición e historicidad, entonces no sólo se ampliarían nuestros horizontes, sino que por consecuencia viviríamos en armonía con nuestras diferencias y, en total acuerdo contigo, la diferencia no sería “una debilidad dentro de nuestro entorno, sino más bien una especie de fortaleza que nos ayuda a entender y ampliar la visión”.
Acabo de subir un ensayo titulado: “Hermenéutica, método y diálogo”. Me gustaría que, si así lo quieres, lo leas. Te dejo la dirección: www.dondedavueltaelviento.blogspot.com
Muy acertado, daniel. Refuerzas lo ya dicho, pero creo que estamos obviando una idea básica que conviene ver con mayor detenimiento: que la ampliación de la propia visión es buena o deseable. Esto es completamente incierto.
Es verdad que hay una situación de violencia planteada desde los estudios de multiculturalismo, y que de hecho ocurre la discriminación y marginación en México y en el mundo, pero por otra parte es también verdad que nuestra facultad hermenéutica analógica icónica, o cualquier aparato psíquico intelectivo, discrimina. En el caso del sistema de M. Beuchot, hay ciertos símbolos que reconocemos como importantes cuando nos aproximamos al otro, mientras que otros quedan necesariamente oscurecidos, y es que estas percepciones analógicas son de muy diversa índole; algunos símbolos se presentan relevantes para la comprensión de una cosmovisión distintas, pero otros son relevantes en tanto que generan repugnancia o discordia.
Hay que proceder con mucha mayor cautela cuando pensamos que el mundo necesita algo y entonces es preciso llevárselo o "concientizarlo". Ideas como riqueza, paz o equilibrio no pueden ser fácilmente propugnadas universales y deseables. Es sensato reconocer que en algún punto nos encontraremos con perspectivas culturales donde el sometimiento del otro es placentero e innegociable, donde la violencia y supresión de ciertos mundos posibles no se podrá canjear. Frente a estas cosmovisiones no hay mucho que decir...
En mi opinión una vía posible es la discusión antropológica, pero establecer este tipo de disertaciones tiene sus propios problemas, también de horizonte, tradición, lenguaje. Les confieso que este problema no puede solucionarlo el hombre por sí solo, se necesita de la divinidad, pero también que ésta sea reconocida como es y que tenga lugar donde "aterrizar" en el mundo humano. La analogía parece atender a esa otra dimensión de la realidad, pero no queda muy claro. ¿Podrías volver en otro momento a la hermenéutica analógica icónica, Diana? Tu penúltimo párrafo es muy sintético y pierde fuerza explicativa.
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