"Se apasionan tanto por los ladrillos,
que olvidan completamente
el edificio que esos ladrillos constituyen".
Pierre Teilhard de Chardin
El término cosmovisión (Weltanschauung) nos remite a la búsqueda del mundo en su conjunto, es decir, al orden y dirección de las cosas. Tan sólo dentro de la cultura occidental podemos hablar de una gran variedad de pensadores que han tratado de obtener una visión coherente del universo. Pero esta gran y tan enriquecedora cantidad de teorías al respecto hacen de la cosmovisión una cuestión que cae en el relativismo. Consciente de esto, es mi objetivo en este breve trabajo plantear tan sólo una de tantas teorías que intenta obtener del mundo un saber unificado. Sin fines de ningún tipo ideológico, intentaré dar a conocer una interesante propuesta que toma como punto de partida el fenómeno para descubrir el sentido “oculto” del conjunto.
Al autor de dicha propuesta es difícil catalogarlo en una sola disciplina. De padre naturalista y madre devota, Pierre Teilhad de Chardin (1881-1955) se denominaba asimismo como hijo del cielo y de la tierra. Por un lado, la fe de su madre lo condujo a la formación de jesuita, por otro, la curiosidad de los fenómenos naturales, inculcados por su padre desde niño, lo llevo al estudio de la ciencia, especialmente la paleontología. Su aportación como filósofo fue el intento siempre presente de sintetizar estas dos disciplinas. Pero ante todo, considero que más allá de su vocación científica, teológica o filosófica, a este pensador de origen francés se le puede denominar como un apasionado humanista, pues siempre tuvo presente que en el fondo de su trabajo se encontraba el cuidado del hombre y su destino (pensamiento que se intensificó durante su participación como camillero en la primera guerra mundial). Su intelectualidad optimista fue lo que lo impulso a buscar en el hombre una tendencia hacia lo mejor.
Desarrollar la investigación sobre la cosmovisión de Teilhard de Chardin, me llevó a tomar en cuenta los tres objetos tradicionales de la metafísica: Dios, alma y mundo. Partiendo de un trasfondo teológico al cual se ha de llegar por medio de un camino fenomenológico, Chardin ofrece una novedosa síntesis entre estos objetos de estudio. Es de mencionar, que el tomar como punto de partida el fenómeno, y la evolución de éste, le acarreó al jesuita francés la prohibición eclesiástica de publicar sus propuestas de síntesis, las cuales eran clasificadas como un posible acto de herejía. Sólo hasta su muerte en 1955 se comenzaron a compilar sus escritos, tanto científicos como teológicos, teniendo una inesperada aceptación de todo tipo de público hasta mediado de los años 60`s, cuando las ideologías capitalistas y comunistas acapararon la atención mundial.
Presentar los rasgos sobresalientes para comprender la cosmovisión de Chardin, conduce, como lo mencioné anteriormente, a desglosar los conceptos de Dios, alma y mundo.
Del mundo o cosmos en evolución:
El mundo, para la concepción cristiana, significa el conjunto de todas las cosas creadas o de todo lo contingente, por oposición a Dios o ser necesario. Esta visión estática de un mundo creado en un solo momento será para Teilhard un punto incompatible con las ideas de su religión, pues sus estudios científicos no pueden pasar por alto el movimiento evolutivo que la materia ha mostrado hasta ahora. Más que hablar de un cosmos, el cual se piensa totalmente creado, se hablará ahora de una cosmogénesis, es decir de un cosmos en creación. Su fenomenología consistirá en ver el fenómeno y sus cambios “simplemente ver”. Su síntesis la apoya en la ciencia y el la fe.
Una noción en el trabajo de Teilhard, parte clave para entender su pensamiento, es la idea de evolución. Entiende ésta no sólo como el proceso de un estado a otro en forma paulatina, sino también, como un fenómeno convergente, es decir, que va encaminado hacia una finalidad. Para sustentar lo anterior se apoya en tres leyes que considera imprescindibles:
1.-Ley de complejidad conciencia,
2.-Ley de personalización
3.-Ley de convergencia
Sin olvidar que nos encontramos en el plano fenoménico, la primera ley (Complejidad-conciencia) dicta que la materia, hasta la más remota partícula de átomo, tiende internamente a agruparse haciendo cadenas cada vez más y más complejas (las partículas se agrupan en átomos, los átomos en moléculas y éstos a su vez en macro moléculas, etc.).Las huellas del pasado impresas en los fósiles nos señalan que los organismos se convierten, con el paso del tiempo, en estructuras cada vez más complejas, no sólo simples yuxtaposiciones en los elementos sino composiciones inherentes. Pero esta complejidad va encaminada hacia un punto específico. Del cosmos en ordenación al cosmos ordenado.
Del hombre o espíritu que converge:
La segunda ley (Ley de Personalización) nos remite al hombre y su evolución. Visto como el organismo más complejo, el hombre ocupa para Teilhard un lugar determinante en la creación. El concepto de Hominización, el cual esta ligado al término de evolución, refiere a la consideración de la humanidad entendida como fruto de un proceso, que se caracteriza por importantes transformaciones somáticas y de pensamiento (de homo habilis, homo faber a homo sapiens), y no como una realidad encerrada en sí misma y definida para siempre. La hominización, a la par de la ley de complejidad conciencia de Teilhard, nos revela que el hombre es la más compleja estructura de la vida, ya que es conciente de su propia evolución, “el hombre sabe que sabe”. Y esta conciencia de sí mismo abarca, para este pensador francés, una nueva esfera en el globo terráqueo. Al igual que la 1biosfera, hidrosfera y litosfera, la noosfera, capa pensante, envuelve a la tierra. ¿Por qué una esfera pensante? Por que la sorprendente aparición reflexiva del hombre transforma y afecta, con ciudades, caminos, naves, medios masivos, etc., cada parte del globo terráqueo. La noosfera no por ser una capa de conciencia extendida, significa la masificación del hombre. El hombre como individuo se encuentra en constante desarrollo y posee la libertad de crear y construir su medio (noosfera).
Dios o la consistencia buscada:
Desde niño Teilhard sintió la necesidad de poseer algo absoluto, al principio creyó encontrarlo en los metales más duros que hallaba en su entorno, guardándolos para él mismo como símbolo de consistencia. Más adelante, su inquietud por buscar en los objetos materiales rastros de unidad, lo llevo a encontrar, en su indagación científica, las señales que lo llevarían a lo absoluto. Sus expediciones y descubrimientos fósiles, los cuales alcanzaron un fuerte reconocimiento científico (participó activamente en 1933 en el descubrimiento del homo faber de Choukoutien en Pekín), hicieron de este pensador un personaje completo tanto científica como teológicamente. La tan apreciada consistencia la encontró al percatarse de que todo a su alrededor, y a través del tiempo, convergía a una dirección trascendente (Ley de Convergencia). Punto Omega2.
1.-Capa de vida, agua y placas geofísicas que envuelven la tierra.
2.-Punto natural de Convergencia de la humanidad y por lo mismo de todo el cosmos.
Dicho en palabras del mismo Teilhard, la unidad y síntesis que descubre es la siguiente:
1.- La evolución o nacimiento del universo es de naturaleza convergente: hacia una unidad final.
2.- Dicha unidad (construida gradualmente con el trabajo universal) es de naturaleza espiritual (entendiendo espíritu no como una exclusión, si no tomó una transformación, sublimación o punto culminante de la materia).
3.- El centro de esta materia espiritualizada, de éste todo espiritual, debe ser, por consiguiente, consciente y personal en grado sumo.3
Es latente que para Teilhard el sentido de progreso es fundamental al hablar de evolución. Este pensador francés sintió el movimiento que sucedía a su alrededor y concluyó que éste no era simple azar sino que existía en la materia una energía interna que la llevaba a constituirse en unidades cada vez más complejas. Ésta energía o espíritu que mueve y unifica, la encontró en Dios. Un Dios, que por su vocación jesuita, debía ser cristiano. Al llegar a la mística (experiencia divina) Teilhard encontrará en la poesía la forma de expresar su amor hacia la materia y la unidad. El punto omega es la meta de todas las cosas.
La actitud de buscar en la ciencia el lado humanista hizo que fijara mi atención en este pensador jesuita. Si bien, su pensamiento es extenso y complicado por sus intenciones interdisciplinarias, además de ser criticado por su parte fuertemente fideísta y poco sustentando en la lógica. Teilhard, con su estilo literario, apoyado en analogías y metáforas, muestra su propósito por hacer comprender de la manera más diáfana posible, a doctos y no en la materia, su visión unificadora del mundo.
4.-Cuénot, Claude. “Teilhard de Chardin”. Edit. Labor. Barcelona, 1973. (Pág.47)
Bibliografía
Cuénot, Claude. “Teilhard de Chardin”. Edit. Labor. Barcelona, 1973
J. Sahagún Lucas. El hombre social el pensamiento de Teilhard de Chardin. Edit. Fontanella, Barcelona 1969.
Aguayo Espencer, Rafael. “Cosmovisión de Teilhard de Chardin”. Ciencia y tecnica, México, 1669.
1 comentario:
Me hubiera gustado acercarme a este autor hace un año y explorarlo entonces con mayor cuidado. Me parece sumamente interesante y me surgen las siguientes cuestiones:
1) ¿En qué consiste el principio de complejidad-conciencia?
2) ¿Cómo alcanza a concebir el punto omega o convergencia del cosmos en un punto final?, ¿por analogía?
3) ¿Dios tiene que ser personal por analogía a partir de la patencia de la complejidad observada del mundo?
4) La preocupación por el destino del hombre habla de un profundo humanismo, pero ¿es este pathos accidental en el filosofar o por el contrario esencial? Su humanismo no lo hace místico y no filósofo, ¿o sí?
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